Nuevos modelos de familia. Fichas del puzle con buen encaje

En nuestra sociedad el modelo clásico de familia ha adoptado nuevas formas y está en constante evolución: monoparentales, homoparentales, reconstituidas… Los nuevos modelos son como puzles en los que todas las piezas deben encajar. La institución familiar se adapta al desarrollo tecnológico, social, a la globalización… aspectos que han influido en sus patrones clásicos.

Durante las últimas décadas estamos asistiendo a múltiples cambios: el importante desarrollo de las tecnologías, la globalización mundial y la incorporación de la mujer al mundo laboral, sin olvidar el efecto asolador de la crisis. Estos avances, en todos sus órdenes, han modificado los patrones clásicos de modelo familiar, al considerarse la familia como una institución que se adapta al contexto social. Así, el arquetipo básico por excelencia en las sociedades tradicionales, compuesto por los padres y los hijos y/o la familia extensa (formada por parientes de distintas generaciones), deja paso, en las sociedades industrializadas, a un aumento de familias monoparentales (un progenitor y uno o varios hijos) y homoparentales, si la legislación de aquella sociedad reconoce el matrimonio homosexual. Con relativa facilidad podemos encontrar una organización familiar compuesta por un adulto viudo con dos hijos de su primer matrimonio, que forma una familia reconstituida con una mujer, que puede ser de una nacionalidad distinta de la del hombre, que aporta un hijo, y que juntos deciden a su vez tener descendencia, o bien adoptar a un niño. Además, pueden fijar su residencia conjuntamente o mantener simultáneamente dos hogares. Necesariamente, y unido a este desarrollo tecnológico, social y familiar, ha tenido que darse un progresivo cambio de valores que permitiese la entrada de estos nuevos modelos de convivencia. El paulatino abandono del componente religioso, como parte importante del esquema de estructuración familiar y social, ha liberado a los matrimonios de su carácter duradero, lo que facilita la aparición de las familias mono y homoparentales. Por otro lado, la conciencia de una mayor igualdad hombre-mujer, tanto en el acceso al entorno laboral como en cuanto al reparto de las tareas domésticas y de guarda de los hijos, ha posibilitado combinaciones ajustadas a cada ciclo de vida familiar, con una distribución más equitativa de funciones. Otro de los valores en alza, ya mencionado, es la diversidad que ha favorecido la creación de familias multiculturales, impulsadas por el paso de un pensamiento tradicional a otro más abierto, gestado por el continuo bombardeo de las informaciones sobre otras culturas, el acceso a otros países a un coste asequible y el incremento de la inmigración.

Sin embargo, estos cambios no son fáciles de aceptar por todas las personas, ya que requieren un proceso para desmontar aquellos esquemas que para ellas han funcionado hasta el día de hoy, y volver a construir las bases que les hagan entender este mundo vertiginoso.

La proliferación de infinitas variantes de reorganización familiar y las novedosas formas de convivencia implican una alta capacidad de gestión de las relaciones personales, ya que tanto los adultos como los menores tendrán que convivir en domicilios con niños con diferentes edades, de distintos padres, con pautas educativas, alimentarias y creencias religiosas, que pueden no ser similares, en espacios adaptados a la situación económica (mayoritariamente pequeños), con una logística supuestamente más compleja que la de una familia tradicional.

Las familias actuales son como puzles compuestos por maravillosas y múltiples fichas con distintas caras, emociones y sentimientos, con sus necesidades, aspiraciones y metas, que se vincularán, con diferente intensidad, con cada una de las fichas ya existentes. Los niños son piezas pequeñas que se mueven con la inercia de otras más grandes, y que por ello pueden ser más vulnerables. Sin embargo, su rol es primordial ya que confieren sentido al puzle, cohesionan las fichas entre sí, y son los que transportarán fuera de la familia los valores inculcados, en el momento en que formen su propio puzle. Y no nos olvidemos de los singles, piezas únicas que a veces encajan un ratito con una pieza, o un puzle y a veces se desenganchan para no volver jamás.

Una estrategia inteligente a nivel familiar consiste en pensar de forma altruista y generosa en: cómo puedo ayudar a unir las fichas de mi puzle cuando no todas encajan por naturaleza, qué debo mover para facilitar la armonía entre ellas. La creación de un baile, entendido como un fluir de relaciones y una correcta gestión de las mismas, en el que se acepta la incorporación de nuevas fichas, se entiende el vacío que dejan las que parten, y se cuenta con lo positivo que cada pieza puede aportar, evita caer en el gran peligro de hoy en día: la fractura familiar, el desentendimiento y las constantes tensiones.

Ya que no existen ni tipos de familia mejores ni peores, sino modalidades más o menos adaptativas en función de cada uno de los momentos o etapas vitales, ¡esforcémonos en endulzar nuestro propio tetris familiar actual!

Artículo publicado en La Vanguardia

Nuevos modelos de familia. En constante evolución

El concepto legal de familia se basa en un patrón cultural, constitucional, abierto y plural adaptable a las necesidades sociales de cada momento. Está formada por el conjunto de las relaciones derivadas del parentesco así como las provenientes de las formas de constitución y organización del grupo familiar a las que la ley reconoce ciertos efectos, deberes, derechos y obligaciones.
Se diferencian varios tipos de familia: la tradicional es la troncal basada en funciones reproductivas, protectoras y educativas, donde la mujer se asocia a la casa y la familia y el hombre a la protección de los hijos y de la esposa; la nuclear extendida, formada por padre, madre e hijos, se basa en un sistema conyugal, parental, filial fraternal, abuelos; la familia monoparental, formada solamente por padre o madre; también la familia rota, incompleta o disfuncional: viuda, soltero, divorciado. Las uniones de hecho son parejas que viven en común unidas por vínculos afectivos o sexuales incluyendo la posibilidad de tener hijos pero sin matrimonio, caracterizándose por una convivencia emocional con acuerdos económicos. Las parejas homosexuales se definen como aquellas en las que existe libertad para elegir la opción de vida a nivel emocional y sexual. Por último, las familias reconstituidas en la que uno de los cónyuges proviene de una familia anterior y uno de los dos tiene tutela de los hijos o que ambos tengan hijos comunes.
El concepto de familia ha evolucionado, se ha producido una clara pérdida de las funciones tradicionales, se da una contracción en torno al núcleo familiar estricto y cambios de mentalidad y control de la natalidad. Estas circunstancias conllevan que las tendencias actuales en el concepto de familia se caractericen por una mayor autonomía de la voluntad en los pactos que afectan a los miembros, en el establecimiento de los vínculos emocionales y en la forma de resolución de los conflictos con la mediación, acuerdos, arbitraje. En segundo lugar, con la mayor relevancia del elemento afectivo como constitutivo de la familia: desconexión entre el matrimonio y la procreación, se admite matrimonio homosexual y la capacidad matrimonial transexual.
Es esencial la incidencia de los avances médicos y tecnológicos con la redefinición de la verdad biológica en la relación de filiación y en la reproducción humana; y la extensión del principio de igualdad entre los miembros de la pareja, se establece la igualdad de los hijos, existe solidaridad entre los miembros y en las relaciones familiares y aumenta la diversidad y tolerancia.

Artículo publicado en La Vanguardia

El ángel de la prisión

Antonia Brennner (1926-2013)
Religiosa norteamericana
La historia de su vida fue retratada en un libro y en un documental, y no pasará mucho tiempo antes de que sea contada en un largometraje de ficción. Se llamaba Antonia Brenner, pero para los presos de una peligrosa cárcel de Tijuana a la que se mudó por propia voluntad más de 30 años atrás, esta monja norteamericana era simplemente la Mama o el Ángel de la Prisión.
Nacida como Mary Clarke en la parte más rica de Beverly Hills, disfrutó de una vida de privilegios, en la que se casó dos veces y tuvo siete hijos. Pero después de cumplir los 50 años, cuando el menor se marchó de la casa, decidió que era hora de entregar su vida a Dios y se convirtió en monja. Familiarizada con la prisión de La Mesa debido a sus actos de beneficencia, en el año 1977 decidió mudarse allí, donde vivió en una celda común, con las mismas incomodidades que los presos allí recluidos, hasta que su delicado estado de salud le obligó a trasladarse a la sede de su orden religiosa en Tijuana, donde falleció el pasado 17 de octubre.
Hija de un inmigrante irlandés que se hizo rico vendiendo artículos para oficina, de niña tuvo como vecinos a Cary Grant y otras celebridades. Aunque nunca quiso hablar mucho de su vida antes de tomar los hábitos, se sabe que se casó dos veces y tuvo siete hijos, cuatro chicas y tres varones, y que en esos años trabajó intensamente en obras de caridad.
Sin embargo, siempre quiso dar más que dinero, y por eso en la década de los sesenta empezó a viajar a México, aún como laica, para llevar a cabo trabajo social. Su mirada del mundo cambió radicalmente cuando un sacerdote la invitó a visitar la prisión estatal de La Mesa, en Tijuana, que aloja a unos 8.000 presos entre asesinos, pandilleros, violadores y otros delincuentes peligrosos.
En una entrevista concedida a Los Angeles Times en 1982, quien se hacía llamar Madre Antonia explicó: «Algo me ocurrió cuando vi a estos hombres detrás de las rejas. Cuando me fui, me quedé pensando en ellos. Si tenía frío, me preguntaba qué sentirían ellos; si estaba lloviendo, me cuestionaba si tenían donde protegerse, si tenían medicinas y cómo lo estarían pasando sus familias. Cuando regresé a la prisión para quedarme a vivir allí, sentí que volvía a casa».
Respetada por carceleros y detenidos por igual, era capaz de detener peleas y motines, y sólo dejaba la prisión para los viajes que hacía a California con el fin de recaudar donaciones para la orden religiosa que fundó en Tijuana, las Siervas Eudistas de la Séptima Hora, una congregación de mujeres maduras interesadas en ayudar a los desamparados.
De pequeña estatura y llamativos ojos azul celeste, siempre enfundada en los tradicionales hábitos, la monja solía pasear por la prisión con una sonrisa en los labios, concediendo una oración a quien se la pidiera. Pero, además, repartía todo tipo de insumos esenciales entre los detenidos y les ayudaba en todo lo que podía. Aun así, no dejaba de hablarles de sus víctimas y de recordarles que sus acciones habían sido equivocadas. En el año 2007, la calle que conduce a la prisión fue rebautizada por las autoridades como Madre Antonia.

Artículo publicado en La Vanguardia.