¿Tenemos calidad de vida? Bienestar subjetivo

Nuestra calidad de vida, nuestro bienestar o nuestra felicidad es algo que podemos definir nosotros mismos sin tener que recurrir exclusivamente a los expertos. En consecuencia, numerosos estudiosos han empezado a incorporar medidas subjetivas de bienestar en sus trabajos. A lo largo de los años son miles los individuos que han dado respuestas válidas, coherentes y relevantes cuando se les ha pedido valorar en una escala (por ejemplo de 0 a 10) su nivel de felicidad o satisfacción con su vida. Usando estas medidas de satisfacción declarada, hemos podido derivar cuáles son los determinantes del bienestar y la felicidad, cuáles son las preferencias de los individuos en relación con un abanico importante de aspectos e incluso entender mejor su conducta. Con estas medidas hemos estudiado la pobreza y la desigualdad desde una perspectiva subjetiva y podemos evaluar y diseñar políticas públicas que sean coherentes con las preferencias y el bienestar de los ciudadanos.

¿Qué nos hace felices? La relación entre los ingresos y la felicidad declarada van de la mano sólo hasta cierto punto, a partir del cual más dinero no incrementa sustancialmente la felicidad. Sin embargo, necesitamos mantener nuestro estatus, ya que ser más pobres que los demás reduce nuestra felicidad. Estar desempleado tiene un efecto muy perjudicial para la felicidad, aunque este efecto es menor en los países o regiones donde el índice de paro es más elevado. También se ha constatado que los individuos no se adaptan a estar en paro: esta experiencia afecta e influye en nuestra felicidad incluso después de volver a encontrar trabajo. De hecho, la evidencia reciente apunta que la capacidad de adaptación de los individuos ha estado sobrevalorada durante mucho tiempo, ya que, si bien nos adaptamos a algunas circunstancias, hay acontecimientos que marcan nuestra felicidad para siempre.

En los países occidentales tener estudios universitarios tiene un efecto negativo sobre la felicidad, ya que crea unas expectativas que son difíciles de alcanzar. Ejemplos de otros determinantes de la felicidad son las características no salariales del trabajo (horas trabajadas, turnos de trabajo, tipo de contrato, tiempo de desplazamiento, etcétera), la salud, el tener pareja, y las características del entorno (la inflación, la tasa de paro, la desigualdad y la contaminación ambiental tienen un impacto negativo sobre el bienestar).

Artículo publicado en La Vanguardia

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