Sueña, construye, ama, espera, y… ¡¡¡No permitas que te llamen Viejo!!!

En la juventud, la belleza es un accidente de la naturaleza. En la vejez es una obra de arte.
Lin Yu Tang. Escritor chino. (1895-1976)

El arte de envejecer consiste en conservar alguna esperanza.
André Maurois. Novelista y ensayista francés. (1885-1967)

La madurez es el arte de vivir en paz con lo que es imposible cambiar.

Cuando envejecemos, la belleza se convierte en cualidad interior.
Ralfh Waldo Emerson. Clérigo. (1803-1882)

Para el profano, la tercera edad es invierno; para el sabio, es la estación de la cosecha.

En los ojos de los jóvenes vemos llamas, pero es en los ojos de los mayores donde vemos la luz.
Víctor Hugo. Escritor francés. (1802-1885)

No es viejo, aquél que pierde su cabello, sino su última esperanza.

No es viejo, el que lleva en su corazón el amor siempre ardiente.

powerNo es viejo, el que mantiene su fe en sí mismo, el que vive sanamente alegre, convencido que para el corazón no hay edad.

Viéndolo bien, no somos tan viejos, lo que pasa es que tenemos muchas juventudes acumuladas.
Francisco Arámburo.

Amamos las catedrales antiguas, los muebles antiguos, las monedas antiguas, las pinturas antiguas y los viejos libros, pero nos hemos olvidado por completo del enorme valor moral y espiritual de los ancianos.
Lin Yutang

Hay que estar agradecidos a nuestra edad, pues la vejez es el precio de estar vivos.

Cuando ya se han cumplido 80 años – o estamos cercanos – todo contemporáneo es un amigo.
Igor Stravinsky

Goethe concluyó Fausto a los 82 años…

El Tiziano pintó obras maestras a los 98…

Toscanini dirigió orquestas a los 87…

Edison trabajaba en su laboratorio  a los 83…

Benjamín Franklin contribuyó a redactar la Constitución de los Estados Unidos a los 81…

Yo moriré un día cualquiera, de un verano cualquiera, de un año cualquiera…

El venezolano Jacinto Convit está a punto de concretar el desarrollo de una vacuna contra el cáncer a los 96 años…

Entonces, … ¡Adelante!

No habrá fuerza capaz de detener a quien sueña, a quien construye aún sobre las cenizas, a quien ama, a quien espera de la vida el momento mágico de una ilusión, a quien no olvida que el tiempo pasó; sí, …pero, no se llevó contigo tu corazón.

Por tanto, sueña, construye, ama, espera, y… ¡¡¡No permitas que te llamen Viejo!!!

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El ángel de la prisión

Antonia Brennner (1926-2013)
Religiosa norteamericana
La historia de su vida fue retratada en un libro y en un documental, y no pasará mucho tiempo antes de que sea contada en un largometraje de ficción. Se llamaba Antonia Brenner, pero para los presos de una peligrosa cárcel de Tijuana a la que se mudó por propia voluntad más de 30 años atrás, esta monja norteamericana era simplemente la Mama o el Ángel de la Prisión.
Nacida como Mary Clarke en la parte más rica de Beverly Hills, disfrutó de una vida de privilegios, en la que se casó dos veces y tuvo siete hijos. Pero después de cumplir los 50 años, cuando el menor se marchó de la casa, decidió que era hora de entregar su vida a Dios y se convirtió en monja. Familiarizada con la prisión de La Mesa debido a sus actos de beneficencia, en el año 1977 decidió mudarse allí, donde vivió en una celda común, con las mismas incomodidades que los presos allí recluidos, hasta que su delicado estado de salud le obligó a trasladarse a la sede de su orden religiosa en Tijuana, donde falleció el pasado 17 de octubre.
Hija de un inmigrante irlandés que se hizo rico vendiendo artículos para oficina, de niña tuvo como vecinos a Cary Grant y otras celebridades. Aunque nunca quiso hablar mucho de su vida antes de tomar los hábitos, se sabe que se casó dos veces y tuvo siete hijos, cuatro chicas y tres varones, y que en esos años trabajó intensamente en obras de caridad.
Sin embargo, siempre quiso dar más que dinero, y por eso en la década de los sesenta empezó a viajar a México, aún como laica, para llevar a cabo trabajo social. Su mirada del mundo cambió radicalmente cuando un sacerdote la invitó a visitar la prisión estatal de La Mesa, en Tijuana, que aloja a unos 8.000 presos entre asesinos, pandilleros, violadores y otros delincuentes peligrosos.
En una entrevista concedida a Los Angeles Times en 1982, quien se hacía llamar Madre Antonia explicó: «Algo me ocurrió cuando vi a estos hombres detrás de las rejas. Cuando me fui, me quedé pensando en ellos. Si tenía frío, me preguntaba qué sentirían ellos; si estaba lloviendo, me cuestionaba si tenían donde protegerse, si tenían medicinas y cómo lo estarían pasando sus familias. Cuando regresé a la prisión para quedarme a vivir allí, sentí que volvía a casa».
Respetada por carceleros y detenidos por igual, era capaz de detener peleas y motines, y sólo dejaba la prisión para los viajes que hacía a California con el fin de recaudar donaciones para la orden religiosa que fundó en Tijuana, las Siervas Eudistas de la Séptima Hora, una congregación de mujeres maduras interesadas en ayudar a los desamparados.
De pequeña estatura y llamativos ojos azul celeste, siempre enfundada en los tradicionales hábitos, la monja solía pasear por la prisión con una sonrisa en los labios, concediendo una oración a quien se la pidiera. Pero, además, repartía todo tipo de insumos esenciales entre los detenidos y les ayudaba en todo lo que podía. Aun así, no dejaba de hablarles de sus víctimas y de recordarles que sus acciones habían sido equivocadas. En el año 2007, la calle que conduce a la prisión fue rebautizada por las autoridades como Madre Antonia.

Artículo publicado en La Vanguardia.

El patriarca budista, líder supremo del budismo en Tailandia

En el año 2012 la Conferencia Mundial Budista lo nombró Santidad Suprema
En un país donde el 95 por ciento de la población es budista practicante, la muerte del líder supremo espiritual es algo más que el fallecimiento de una autoridad religiosa. Este ha sido el caso de la defunción de Somdet Phra Nyanasamvara, el patriarca del budismo tailandés, que murió el 24 de octubre en el hospital Chulalongkorn de Bangkok, a la edad de 100 años, debido a una infección sanguínea.

Tras conocerse su muerte, la policía del país pidió a bares, discotecas y otros lugares de ocio que no organizaran conciertos, ni bailes durante dos semanas, en señal de respeto. El Gobierno ha pedido a los funcionarios y a la población general guardar un mes de luto.

Y el propio rey de Tailandia, Bhumibol Adulyadej, quien pasó una temporada como monje bajo la guía de Nyanasamvara, ordenó 30 días de luto en el Palacio Real y encomendó que los restos del patriarca budista descansaran en el templo Bowon Niwet de la capital.

Charoen Gajavatra, que era su nombre real, nació el 3 de octubre de 1913 en la provincia de Kanchanaburi, en el oeste de Tailandia. Pronto se quedó huérfano de padre, por lo que su madre se tuvo que hacer cargo de él y de sus dos hermanos.

A los 14 años, ingresó como novicio en un monasterio, debido a una promesa que había hecho su madre tras recuperarse de una enfermedad, según el periódico Bangkok Post. Y un año después, ingresó en el templo Bowon Niwet de Bangkok. Allí prosiguió sus estudios en el idioma pali de las escrituras budistas y fue ordenado monje en 1933, al cumplir la mayoría de edad.

En 1946, se convirtió en el secretario privado del anterior patriarca supremo y diez años más tarde, con 43 años, fue nombrado guía espiritual del actual monarca tailandés, Bhumibol Adulyadei, durante el periodo que adoptó los hábitos en Bowon Niwet. Una tradición en la monarquía tailandesa, que señala que el futuro rey tiene que servir como monje antes de acceder al trono.

A lo largo de su vida monacal fue recibiendo títulos honoríficos, que pasaban también a engrosar su nombre propio, hasta que en 1972 recibió el de Somdet Phra Nyanasamvara. Un título especial que no se había concedido a un monje tailandés en más de 150 años,. Un paso previo para que en 1989 fuera nombrado Patriarca Supremo budista de Tailandia (Sangharaja, o Señor de la Sangha) por los reyes de Tailandia.

Autor de numerosos libros y reconocido por su labor en la construcción de escuelas y templos en las zonas rurales de Tailandia, Nyanasamvara tuvo que dejar en 1999 sus obligaciones en el Consejo de la Sangha (el organismo que supervisa las órdenes budistas en el país), por problemas de salud. Tres años más tarde ingresó en el hospital de Chulalongkorn de Bangkok, donde permaneció hasta el día de su muerte.

Su retiro no fue óbice para que en el 2012, la Conferencia Mundial Budista Suprema, le rindiera un último homenaje y le nombrara Santidad Suprema del mundo budista.

Artículo publicado en La Vanguardia.