Sueña, construye, ama, espera, y… ¡¡¡No permitas que te llamen Viejo!!!

En la juventud, la belleza es un accidente de la naturaleza. En la vejez es una obra de arte.
Lin Yu Tang. Escritor chino. (1895-1976)

El arte de envejecer consiste en conservar alguna esperanza.
André Maurois. Novelista y ensayista francés. (1885-1967)

La madurez es el arte de vivir en paz con lo que es imposible cambiar.

Cuando envejecemos, la belleza se convierte en cualidad interior.
Ralfh Waldo Emerson. Clérigo. (1803-1882)

Para el profano, la tercera edad es invierno; para el sabio, es la estación de la cosecha.

En los ojos de los jóvenes vemos llamas, pero es en los ojos de los mayores donde vemos la luz.
Víctor Hugo. Escritor francés. (1802-1885)

No es viejo, aquél que pierde su cabello, sino su última esperanza.

No es viejo, el que lleva en su corazón el amor siempre ardiente.

powerNo es viejo, el que mantiene su fe en sí mismo, el que vive sanamente alegre, convencido que para el corazón no hay edad.

Viéndolo bien, no somos tan viejos, lo que pasa es que tenemos muchas juventudes acumuladas.
Francisco Arámburo.

Amamos las catedrales antiguas, los muebles antiguos, las monedas antiguas, las pinturas antiguas y los viejos libros, pero nos hemos olvidado por completo del enorme valor moral y espiritual de los ancianos.
Lin Yutang

Hay que estar agradecidos a nuestra edad, pues la vejez es el precio de estar vivos.

Cuando ya se han cumplido 80 años – o estamos cercanos – todo contemporáneo es un amigo.
Igor Stravinsky

Goethe concluyó Fausto a los 82 años…

El Tiziano pintó obras maestras a los 98…

Toscanini dirigió orquestas a los 87…

Edison trabajaba en su laboratorio  a los 83…

Benjamín Franklin contribuyó a redactar la Constitución de los Estados Unidos a los 81…

Yo moriré un día cualquiera, de un verano cualquiera, de un año cualquiera…

El venezolano Jacinto Convit está a punto de concretar el desarrollo de una vacuna contra el cáncer a los 96 años…

Entonces, … ¡Adelante!

No habrá fuerza capaz de detener a quien sueña, a quien construye aún sobre las cenizas, a quien ama, a quien espera de la vida el momento mágico de una ilusión, a quien no olvida que el tiempo pasó; sí, …pero, no se llevó contigo tu corazón.

Por tanto, sueña, construye, ama, espera, y… ¡¡¡No permitas que te llamen Viejo!!!

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Tercer test del cohete propulsado completado con éxito

Querido Maestro Santiago,

Estamos muy contentos de compartir con usted que la empresa VVS completó con éxito su tercer test del cohete propulsado en el vuelo de prueba de hoy.

milestone1Al mando de la cabina de vuelo estaba, por primera vez, el jefe de pilotos de Virgin Galactic , Dave Mackay, quien junto con el piloto Mark Stucky, han probado el sistema de la nave espacial de control de reacción (RCS) y la protección térmica instalada recientemente con el recubrimiento de los fuselajes posteriores del vehículo. Cada vuelo de prueba tiene un conjunto único de objetivos, y estamos encantados de que durante este vuelo se cumplieron con éxito todos ellos. El primero fue la formación de pilotos, y Dave Mackay mandó con éxito su primer vuelo supersónico virginSpaceShipTwo. ¡Felicidades a Dave! El segundo era poner dos sistemas importantes que se requieren para el próximo vuelo espacial completo a través de su proceso. El RCS de la nave espacial permitirá a sus pilotos poder maniobrar el vehículo en el espacio y permitir una experiencia de visualización óptima para usted a bordo, así como ayudar a la nave para el reingreso. El nuevo recubrimiento reflectante en las superficies interiores de la cola se está evaluando para ayudar a mantener la temperatura del armazón del vehículo mientras que el motor del cohete se esté disparando. Creemos que también hace que el SpaceShipTwo parezca bastante más bonito.

milestone2Los primeros informes son que el sistema de control de reacción y la capa de protección térmica tienen un acabado muy bueno. Además, el vuelo de prueba permitió la recopilación de los datos durante el vuelo, lo cual es una parte importante del programa de pruebas. Los objetivos de la prueba de hoy se centraron en la formación y los sistemas de a bordo. El tiempo de vuelo no se incrementó, pero sí la altitud. Estamos muy contentos de anunciar que el SS2 alcanzó 71.000 pies -¡la cota más alta jamás alcanzada volando! El vuelo fue nuevamente supersónico y alcanzó una velocidad de Mach 1.4.

En los próximos meses los equipos de prueba y Scaled Galactic continuarán expandiendo el cohete propulsado en la prueba referente al vuelo del VSS Enterprise. Mientras tanto vamos a estar ocupados en tierra poniendo todas las piezas finales en su lugar para el vuelo inaugural de Richard y el inicio del servicio comercial.

Como siempre, le mantendremos informado de las noticias de Mojave a través de correo electrónico, Twitter y Facebook, ¡así que esté atento!

Con nuestros mejores deseos,
Clare y Gemma

El Mural del Universo, en el Centro de Energía Vital

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Con esta gran obra de 11 metros de longitud y 2,70 de altura y plasmada en ceràmica, el Director del Centro de Energía Vital del Universo, el Maestro Santiago, en colaboración con el Escultor, Ceramista y Mosaiquista Joaquín Chavarría, han logrado plasmar gráficamente el proceso evolutivo de la evolución de la mente humana en lo Divino y Sublime. Exponiendo el Despertar de la Existencia de la Vida, la Inteligencia, la Comunicación, la Comprensión, el Entendimiento y la Sabiduría para, a través de la Purificación y la Iluminación, convertir esta Existencia de la Vida en Vida Existencial y alcanzar así LA EXCELENCIA.

INFORMACIÓ TÈCNICA
Autor: Joaquim Chavarria
Títol: Mural de la memòria, del sol i la terra.
Obra: Mural de ceràmica en alt relleu.
Lloc: c/ Luis Antúnez, 13/15, 1er. 1a. B. Barcelona
Situació: El mural està col·locat sobre dues parets em angle recte, en un pati interior de l’edifici.
Superfície: 26,30 m2.
Nombre de peces: 998.
Material: Gres blanc amb xamota fina.
Quantitat: 1.300 kg.
Càlcul de la contracció de la pasta ceràmica a 1.260º C: 8,7 %.
Sistemes de realització: modelat a ma, planxes i tires.
Sistemes de modelat: estilització i figuració.
Altre sistema de realització: motlle de premuda de vuit parts.
Reproduccions emmotllades: 4
Sistemes de decoració: incisions, relleus retallats i superposats, òxid metàl·lic sobre peces bescuitades i esmalt.
Altre sistema decoratiu no ceràmic: pàtina de purpurina d’or.
Esmalt: fórmules i receptes exclusives de l’autor.
Quantitat d’esmalt: 63 kg.
Sistema d’esmaltat: a mà, pinzell, brotxa, paletina i pera.
Cuites de bescuit: 14
Cuites d’esmalt: 32
Cuita de bescuit a alta temperatura: 1
Temperatura de cuita del bescuit: 1.000º C
Temperatura de cuita de l’esmalt: 1.260º C
Sistemes de mesura de les cuites: piròmetre termoparell i cons de Seger.
Forns: 2
Marca i models: (I) Naber 12 H i (II) Naber 14 H.
Mesures del forn I: 50 x 70 x 80 cm.
Mesures del forn II: 40 x 50 x 50 cm.
Energia: electricitat.
Atmosfera de les cuites: oxidant.
Lletres: disseny i retolació d’un abecedari exclusiu.
Material de les plantilles de les lletres, números, flors i vegetals: cartró i cinta de precinte.
Temps de realització i col·locació: 11 mesos.
Material de fixació de la ceràmica sobre el mur: ciment cola.
Juntes: segellades amb ciment cola acolorit.
Creu: vareta de ferro de 10 mm.
Gnòmon: vareta de ferro de 6 mm.
Material de fixació de la creu i del gnòmon a la ceràmica: adhesiu epòxid.
Material protector de la creu i del gnòmon: laca especial per ferro.
Càlcul del rellotge de sol: Centre Mediterrani del Rellotge de Sol.
Signatura i data: Signat i datat a la part inferior dreta del “Mural de la memòria”. Chavarria-MMVIII.
Simbolisme: Al mural s’ha usat un llenguatge simbòlic i al·legòric en el que les imatges, els símbols i les paraules representades interpreten conceptes de significat més profund o més abstracte, que el que manifesten per sí mateixos.
Sobre aquesta obra: Conferència de l’autor amb el títol “Painel em relevo” (Mural de encomenda) al Congresso Nacional de Técnicas para as Artes do Fogo (CONTAF), a São Paulo (Brasil), el 25 d’agost de 2011.
Cursos Pré-Congresso (CONTAF) impartits per l’autor sobre “Paneis Cerâmicos” a l’Espaço integrado de Artes Paula Unger, a São Paulo, els dies 22 i 23 d’agost de 2011.

Sobre l’autor:
Joaquim-Manuel Chavarria Climent. Roquetes (Tarragona), 1944.
Escultor, ceramista i mosaïcista.
1970. Inicia l’activitat artística, professionalment, al seu estudi de Barcelona, com escultor i ceramista realitzant una obra molt diversa que inclou: murals, relleus, retrats, ceràmica, escultures en terracota, pedra, formigó, ferro, fusta i bronze. Realitza també restauracions escultòriques. El 1978 comença la seva obra musiva. L’estudi roman en activitat fins la seva jubilació el 2009.
La seva obra, que ha estat mostrada en onze exposicions individuals i més de seixanta col·lectives, ha recorregut per diferents etapes, amb múltiples resultats estètics, molts d’ells en llenguatge abstracte, és el resultat d’un acurat coneixement d’art, processos i materials.
1975-2008. Professor de l’Escola Massana, Centre d’Art i Disseny de Barcelona, on imparteix aules de Ceràmica, Dibuix, Mosaic i Escultura. També ha dictat nombrosos cursos de escultura, ceràmica i mosaic, tant al seu estudi com a altres escoles i a l’estranger.
Participa en projectes internacionals, Escola Massana – Ajuntament de Barcelona, donant conferències i impartint cursos de processos artístics per professors, alumnes i artistes a Tunísia (1987), Nicaragua (1998), Colòmbia (2005) i El Salvador (2007). Particularment ha estat invitat al Brasil (2006, 2009 i 2011).
1992-1999 col·labora amb Parramón Ediciones, S.A., de Barcelona, i és autor dels llibres: Arcilla, Papel y Cartón, La Cerámica (1993), Mosaico (1994), Modelado, Esmaltes, Torno, El Mosaico (1998), Decoración cerámica, Moldes (1999).
D’aquestes obres, publicades en castellà, s’han fet edicions en: alemany, anglès (U.K. i EEUU), català, finlandès, francès, grec, holandès, hongarès, italià, japonès, polonès, portuguès, rus, txec i xinès.
2009. Des d’aquest any resideix a l’estat de Minas Gerais (Brasil), on continua la seva tasca artística.

Newsletter T4 del Futuro Astronauta

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Hola Maestro Santiago,

Encuentre la Newsletter del Futuro Astronauta de este trimestre haciendo clic AQUÍ.

En esta edición, miramos hacia atrás en 2013 y hacia adelante a 2014. ¡Ha sido un gran año para Virgin Galactic, y el próximo año va a ser aún más grande!

Esperábamos compartir las noticias con usted esta semana acerca de nuestro vuelo de prueba del tercer cohete propulsado. El tiempo en Mojave tenía otros planes, por desgracia, y el vuelo tuvo que ser pospuesto. Ahora se llevará a cabo a principios de 2014… ¿que se iniciará con un comienzo supersónico!

Esperamos que disfrute de la lectura de la presente edición de la Newsletter, y como siempre, háganos saber si usted tiene algún comentario.

¡Le deseamos a usted y a su familia unas muy Felices Fiestas, y todo lo mejor para el nuevo año 2014!

¡Mis mejores deseos¡
Clare y Gemma

El miedo a la verdad. Miedo a (nuestras) mentiras

El ser humano es el único que puede decir mentiras porque sabe que el otro puede llegar a creerlas como verdad. La verdad exige compromiso y ello provoca, en muchos casos, miedo. Y el primer miedo a la verdad se da en el sujeto mentiroso, porque la verdad acabará desnudándole ante sí mismo y ante los demás. Pero ese no es el único miedo

Los seres humanos poseemos ideas, la idea de verdad es una de ellas. Resolver la ambigüedad con frecuencia es hacer una elección que consideramos verdadera. Tal vez el miedo a la verdad podría tratarse del temor a poseer determinadas ideas o el convencimiento de que otras personas las posean y nos las impongan. Pero el miedo no es una idea, es una emoción. El cerebro humano está dotado de un sofisticado sistema del miedo que puede fácilmente condicionarse. En condiciones normales nos sirve para que nuestra mente reaccione rápidamente frente a una alarma potencialmente peligrosa.

Los neurocientíficos se han preguntado si el miedo a la verdad no sería más que un mecanismo de protección de nuestro cerebro frente a ciertas alarmas psicosociales. Quien tiene miedo a la idea de verdad puede ignorarla, y ocultarla hasta el olvido como un perfecto sistema de ajuste a una determinada condición personal potencialmente amenazante o ambigua.

Actualmente existe una importante polémica en Estados Unidos sobre la posibilidad de detectar a las personas que teniendo una supuesta idea de la verdad por algún motivo la ignoran de una manera intencionada. Estas personas activan áreas cerebrales distintas de aquellas que conocen la verdad y no la ignoran. De momento, ni estas técnicas de neuroimagen ni el clásico polígrafo son aceptados como pruebas ni en Estados Unidos ni en Europa. Sin embargo, en los tribunales de Bombay (India) se han aceptado estas técnicas basadas en la detección de la mentira (neuroscience-based lie-detection)como evidencia probatoria.

Dos compañías americanas han comercializado las técnicas de lie-detection. Una es Lie MRI, la otra CEPHOS. Pero el ser humano es falible y hay muchas formas de cometer equivocaciones sutiles que no se detectan mediante un sofisticado tratamiento estadístico de los datos. Los humanos tenemos una idea de la verdad mediante una combinación de la percepción y de la inferencia para darnos la explicación más convincente posible de los hechos.

Si el miedo a la verdad es un mecanismo de protección frente a ciertos riesgos, reales o imaginarios, personales o sociales, podemos caer en la seducción de lo irracional como remedio a la angustia de saber quiénes somos, quiénes son los otros y en qué mundo vivimos.

Artículo publicado en La Vanguardia

¿Nacemos o nos hacemos? ¿Quién teme al gen feroz?

La contribución de los genes y el ambiente a nuestra personalidad es un debate de larga historia. Está claro que ambas realidades no van por separado. Y que cada reparto de cartas (genes), único, habrá de hacer frente a la peripecia personal. Somos susceptibles a o capaces de algo. Y, precisamente, este legado nos faculta e impulsa a buscar el tesoro que nos aguarda en la vida.

A lo largo de casi todo el siglo XX no era difícil leer o escuchar que si uno se lo proponía podía ser tan buen compositor como Mozart, pintor como Picasso, científico como Einstein o, incluso, escoger en la pubertad su inclinación sexual. En otras palabras, la naturaleza humana, entendida como aquellas características, nobles o no, que heredamos de nuestros antepasados, incluyendo las más innatas, instintivas o animales procedentes de nuestros primos lejanos, los grandes simios, no existía. Por el contrario, y muy en especial la mente humana, son una tabla rasa donde genética y herencia nada tienen que ver o hacer y en la que el ambiente es lo determinante. Este enfoque ambientalista tenía, y tiene aún, una base política y moral. Si nada es innato, las diferencias entre etnias, sexos, clases e incluso países no pueden ser innatas, lo que introduce la idea de que con esfuerzo, tenacidad y justicia social se pueda alcanzar la igualdad total y el hombre nuevo,eliminando así racismo, sexismo y diferencias y prejuicios de clase. Al tiempo, la especie humana quedaba separada del resto de los animales por una brecha inalcanzable y dotada de un estatus especial, espiritual, muy acorde con la mayoría de las religiones y con el sentir de no pocos hombres y mujeres de toda índole y condición.

Los avances recientes en biología, genética, evolución, psicología y neurociencias han dado un vuelco radical al problema. La conclusión principal es que entender la mente como una tabla rasa no es sostenible. Vamos por partes. El papel determinante de los genes en numerosas características físicas es universalmente aceptado. Talla y color de la piel son dos de ellas. Padres altos suelen engendrar hijos altos y padres bajos hijos no tan altos, y padres de piel negra dan hijos de coloración similar y padres de piel blanca dan hijos de similar color. A nivel más general, el ejemplo más llamativo son los gemelos. Al tener los mismos genes, su físico es idéntico, o prácticamente idéntico. Además, aunque crezcan y se eduquen en ambientes distintos, la mayoría de sus características físicas y de comportamiento son similares. Esta fue la primera prueba contra la tabla rasa. A ello siguieron datos sobre comportamientos innatos (sin aprendizaje) en niños, algunos de pocos meses, y el caso paradigmático del lenguaje: entre 1 y 3 años son capaces de aprender cualquier idioma sin saber gramática. Aunque es cierto también que sin aprendizaje, estas potencialidades no se desarrollan. Es aquí donde el ambiente desarrolla un papel fundamental: facultar al máximo el desarrollo y expresión de estas potencialidades, cuya base es principalmente genética.

Pero ¿qué se puede pensar sobre características más elevadas y nobles (inteligencia, imaginación, voluntad, abstracción, altruismo, extroversión/ introversión…) o no tan nobles (agresividad, celos, avaricia…)? Aceptar, o tan sólo considerar, una base genética para ellas ha sido y es mucho más problemático. La razón principal fue la alarma, el temor y la incredulidad suscitados por varios estudios que pregonaban la existencia de un gen para cada carácter (amor, fidelidad/ promiscuidad, agresividad, ansiedad, homosexualidad…), estudios que, a la postre, demostraron ser simplistas y a veces erróneos. Con posterioridad, análisis más serios y extensos han identificado diversos (no uno) genes responsables, cuyas alteraciones producen numerosas enfermedades humanas, confieren susceptibilidad de contraer otras y son la base de determinados comportamientos. Sin embargo, si algo hemos aprendido los biólogos en los últimos treinta años es que los seres vivos son muy complejos, que nuestro conocimiento es relevante pero aún incompleto y que los genes, que haberlos haylos, y son muy importantes, no actúan aislados de otros genes determinando características (físicas y mentales) únicas. En realidad, cada carácter depende de muchos genes que actúan dentro de redes complejas formadas por centenares de genes controlando el comportamiento de, e interaccionando con, los billones de células que forman el ser humano, sistema nervioso incluido. Y todo ello en interacción con el ambiente que, en no pocos casos, modula la expresión de los genes dando lugar a formas y comportamientos harto diversos.

En resumen. Genes y ambiente (o entorno) están en continua interacción. Ni los genes determinan al cien por cien el físico y el comportamiento, ni el entorno los puede moldear a placer relegando a los genes a un papel secundario. No son antagónicos; son complementarios. Enfrentarlos es dar alas a una falsa dicotomía. Pero si se me emplazara a escoger, como a los niños entre papá y mamá, a quién prefiero (o mejor, quién es más importante), me decantaría sin duda por los genes. Y por favor, no teman al gen feroz, que no lo es, ni teman preguntarse si el ser humano es muy distinto del resto de los animales, que no lo es. Lo que sí es, y mucho es, es que es más inteligente.

Artículo publicado en La Vanguardia

¿Nacemos o nos hacemos? Conductas intencionales

El poeta estadounidense E. E. Cummings dejó dicho que «el mundo de lo hecho no es el mundo de lo nacido». En el caso de nosotros, los humanos, que nacemos sin saber hacer lo que más y mejor nos caracteriza (caminar erectos, hablar, fabricar y usar instrumentos), ambos mundos parecen integrarse. La cuestión es y ha sido: ¿en qué medida y de acuerdo con qué pautas?

David Hume se preguntaba si el niño que teme a la oscuridad no habrá aprendido ese miedo en brazos de su niñera. Pero Steve Pinker cree que existen miedos y fobias universales; las arañas y las serpientes, por ejemplo, siempre asustan como resultado de una exigencia evolutiva impuesta a nuestros ancestros. Aunque en Nueva Guinea los niños cazan arañas de notables dimensiones para comérselas después de quitarles las patas y los pelos; en cuanto a las serpientes, los neoguineanos explican el miedo que provocan en los occidentales por la incapacidad de estos para distinguir las especies venenosas de las inofensivas. Comentando el caso con una persona versada en el tema desde la vertiente de la biología, me dijo que las razones de esta excepción habían de buscarse en la cultura de los naturales del lugar y no en sus genes. Pero si ello es así, si lo adquirido es capaz hasta ese extremo de modificar lo innato,¿qué sentido tiene esforzarse por encontrar en los genes la explicación de conductas culturales como el machismo, la homosexualidad o la fe religiosa?

Ante un paso a nivel sin barrera (tomo el ejemplo del antropólogo Tim Ingold) es preceptivo encontrar un aviso que nos incite a detenernos, a mirar y a escuchar y no, meramente, a mantenernos en pie, ver y oír. De nuestra capacidad para hacer estas tres cosas, no hay duda de que los genes pueden darnos explicación; no es tan seguro que puedan hacer lo mismo para el caso de comportamientos intencionales como los tres primeros. Pero, además, el aviso encierra una advertencia implícita: una vez dejado atrás, las consecuencias de lo que hagamos son de nuestra entera responsabilidad. Que los genes sean una condición de posibilidad indispensable para nuestros comportamientos intencionales es, en realidad, un truismo, puesto que lo son de cualquier cosa que ponga en juego nuestra existencia misma. Algo distinto es afirmar que son la causa de esos comportamientos y que, en último extremo, explican nuestros actos responsables. De momento, parece más bien que su éxito popular se deba a la facilidad con que se prestan a aparecer como coartadas de la irresponsabilidad.

Artículo publicado en La Vanguardia

¿Individuo o tribu? Elogio del individuo

Como dijo Thomas Carlyle, «no hay mortal que no tenga un problema vital; tiene la obligación de ser ´original´ y, sin embargo, a la vez, ´semejante´ a los demás». La identidad es fuente de acciones, de posibilidades. Debemos preguntarnos cómo queremos vivir. A esta tarea nos convoca, ineludiblemente, nuestro ser. Las respuestas dan razón de nosotros y de nuestras acciones.

La idea de contraponer individuo y sociedad,como si fueran los términos de una batalla encarnizada entre contendientes irreconciliables, expresa de un modo sintomático hasta qué punto se han empobrecido y desdibujado en nuestros días ambos conceptos. Empecemos por la idea de lo individual,cuya principal perversión consiste en que hemos llegado a pensar que para ser un individuo hay que ser específicamente diferente de todos los demás, cuando es exactamente al contrario. La confusión que subyace a esta incongruencia es la de la individualidad con la identidad.La identidad de un individuo es, en efecto, un rasgo diferencial; pero no es uno determinado ni una colección de ellos: como habría dicho Nietzsche, «no hay hechos diferenciales, sino interpretaciones diferenciales (o identitarias) de los hechos»; y, como prueba toda la evidencia antropológica disponible, el rasgo diferencial que una comunidad elige para representar su identidad es precisamente aquel que garantiza la contraposición antagónica con la comunidad rival de referencia para su autoafirmación (árabes frente a israelíes, proletarios frente a burgueses, etcétera) y, por tanto, no es en absoluto un rasgo individual sino colectivo.

Gravita con tal fuerza – y con tanto peso histórico-sobre nosotros esta noción de identidad, que vemos a los individuos como pequeñas naciones o miniclases sociales, a la manera como el Aquinate describía a los ángeles del cielo, cada uno de los cuales sería una especie con un único espécimen. Lo cierto es, sin embargo, que lo que nos hace individuales no es aquello en lo que nos distinguimos de nuestros congéneres sino, al revés, aquello en lo que convenimos con todos ellos: y es que, a diferencia de las naciones, las clases sociales, los ángeles o los héroes del celuloide, nosotros, los individuos, tenemos un cuerpo caduco, vulnerable e insustituible, susceptible por tanto de ser atormentado y exterminado. El desprecio por la individualidad no consiste, en consecuencia, en las afrentas y las heridas lanzadas contra la identidad (pues ella se alimenta en secreto de tales ultrajes), sino en aquellas actitudes que desdeñan o minimizan la importancia del sufrimiento y la muerte de los individuos, considerándolos simples instrumentos al servicio de esas otras identidades (presuntamente) imperecederas.

Vayamos ahora con la sociedad.Thomas Hobbes, a quien tantas veces recurrimos para representarnos los orígenes de la sociedad moderna, era consciente de todo lo anterior cuando pintó la escena fundacional del pacto social como si estuviera únicamente integrada por individuos sin rasgo diferencial alguno, sin identidad ni comunidad de pertenencia (pero sin embargo mortales y conscientes de su vulnerabilidad, pues fue el miedo a morir lo que les llevó a la convocatoria de aquel contrato). Así pues, los que se reúnen para discutir el pacto social no pueden ser nadie ni nada en particular (deben estar cubiertos por lo que John Rawls llamaba el velo de ignorancia),no pueden ser ni pobres ni ricos, ni normandos ni bretones, ni herreros ni caballeros, ni campesinos ni nobles, ni artesanos ni señores, precisamente para poder firmar el contrato al que van a vincularse, ya que son ellos – hombres sin cualidades ni atributos, sin rostro y sin linaje-quienes van a establecer el único límite, la ley que a partir de su asamblea quedará fijada como vigente y a la que todos vendrán obligados, negando legitimidad a cualquier poder anterior o exterior a ese acto originario. Y sólo entonces, una vez establecida la constitución, podrán estos don nadies que son los ciudadanos modernos llegar a ser flamencos o valones, maestros de artes o albañiles, monarcas o vasallos, burgueses o proletarios. Naturalmente que la escena descrita por Hobbes es una ficción o, como decía María Zambrano, una «verdad que llegará a ser». Y eso significa precisamente que el individuo, considerado ahora como firmante del pacto, no solamente no es algo que amenace la cohesión de la sociedad con su egoísmo desconsiderado, sino que, allí donde lo hay, es el producto evolutivo superior de la sociedad, el precipitado exquisito y el resultado afortunado y exitoso de la socialización, que ha realizado al final la ficción del individuo libre enarbolada como principio. Si esto también se nos oculta, es porque hemos perdido de vista que la individualización no es un proceso progresivo de cierre sobre lo propio de cada uno (su familia, su lengua, su sexualidad, etcétera), sino un desarrollo de apertura por el cual el sujeto se eleva desde esos órdenes locales hasta un plano virtualmente universal en donde puede ponerse en el lugar de cualquier otro tanto a efectos teóricos como éticos. Y si hemos perdido de vista este proceso es porque estaba encomendado básicamente a unas instituciones educativas que últimamente han preferido invertir el curso y reforzar a su clientela en lo propio yen lo privado más que en lo público y comúnmente humano. 

Artículo publicado en La Vanguardia

¿Individuo o tribu? ¿Libertad o vuelta a la selva?

El individualismo está de moda, su significado social se está invirtiendo, en un tiempo de cambios acelerados.

Las sociedades antiguas, pobres y precarias, necesitan conservar, utilizar el saber de la experiencia, afirmarse como grupo frente al otro,visto casi siempre como enemigo. Cualquier innovación es un peligro, y, por lo tanto, exigen la conformación de los individuos a unas pautas rígidas. Todo intento de vivir una vida distinta a la socialmente marcada, de abandonar tu destino de heredero o de esclavo para inventar otra peripecia, acababa mal.

Frente a esta posición, el individualismo ha tenido su aura: la lucha por la justicia y la libertad personal que supone la capacidad de cambiar, de librarse de las imposiciones conservadoras en las que dominan unos pocos que desean que nada se modifique. Progreso, libertad, individualismo son conceptos relacionados entre sí durante mucho tiempo y que han presentado el orden y las normas sociales como instrumentos de opresión.

En nuestras sociedades avanzadas ¿ha disminuido el impacto de lo social en la vida individual? No lo creo: sólo han variado las formas. Las investigaciones de los últimos años van mostrando que el grado de determinación individual es una consecuencia de las propias normas sociales, en cada momento de la historia. Ciertamente nos encontramos en otra etapa, distinta de la que dio la preeminencia al grupo y penalizó casi todos los intentos de desviación.

Y, sin embargo, los jóvenes del mundo occidental usan ropa tejana, se tatúan, las chicas quieren operarse los pechos, la nariz. Nos vestimos con mayor uniformidad que en el pasado. Los hombres eligen los coches como símbolos de sí mismos: ¿han observado que un 80% son de color plateado? Etcétera. Podríamos seguir hasta el infinito: nuestros actos cotidianos responden en su gran mayoría a criterios sociales impuestos, sólo que de forma dulce y convenciéndonos de que fueron determinados desde la libertad personal.

El individualismo ha permitido grandes avances; en la actualidad se ha convertido en una manera de eliminar obstáculos a la iniciativa de los más osados, por lo tanto, de regresar al dominio de la ley del más fuerte. La defensa del individuo frente a la sociedad ha dejado de ser una posición progresista: nos devuelve a la selva. Esperemos que una nueva conciencia social nos permita reiniciar la defensa de lo colectivo, tan urgente ya para asegurar nuestra supervivencia.

Artículo publicado en La Vanguardia

Saber envejecer con salud. Dar calidad de vida a los años

El estudio del envejecimiento es muy complejo y está sometido a constantes debates en el mundo científico. Saber envejecer depende de infinidad de factores, no sólo de la herencia biológica. Pero una máxima de sentido común prima sobre cualquier otra: para envejecer saludablemente hay que vivir saludablemente. Y saber adaptarse y sacar partido a esta etapa de la vida.

Prevenir el deterioro físico y psíquico que conlleva el paso del tiempo, evitar la decrepitud a la que puede conducirnos la prolongación de la edad, conseguir dar calidad de vida al paso de los años es, sin duda, el objetivo fundamental de la mayoría de los hombres y mujeres del planeta.

Hasta comienzos del siglo XX la esperanza de vida era de 30 años. Actualmente, según datos de la II Asamblea Mundial sobre Envejecimiento, celebrada en Madrid en abril del 2002, el 10% de la población mundial tiene más de 60 años y el 2% superará los 80. Dicho esto, lo primero que nos preguntamos es ¿qué es el envejecimiento biológico? El envejecimiento biológico es un proceso de deterioro de la estructura y función celular, con una disminución de su capacidad de adaptación .

Existen numerosas teorías para explicar el envejecimiento. Pero la teoría más en boga actualmente para explicar el envejecimiento es la de los radicales libres, que son moléculas con un electrón impar en su órbita exterior, altamente reactivas. La consecuencia de estas reacciones genera una desorganización en las membranas celulares de nuestro organismo que provoca oxidación celular.

Durante el envejecimiento, la mayoría de las funciones de los diversos órganos y tejidos del organismo van disminuyendo su actividad, ya sea por alteraciones en la actividad metabólica celular o por procesos que afectan a dichas células. Entre los primeros cabe destacar el aumento progresivo de los radicales libres, mientras que entre los segundos, los depósitos de sales y el déficit de riego sanguíneo afectan la función y el aporte de nutrientes, respectivamente.

Hoy en día determinar la edad biológica como medida de los cambios fisiológicos y psicológicos que ocurren al envejecer provoca un gran interés entre especialistas de medicina preventiva, porque la edad cronológica presenta una gran ambigüedad como marcador del grado real de envejecimiento expresado en pérdida de rendimiento funcional.

Todos los sujetos humanos sufren un proceso de involución con el paso del tiempo, el ritmo de esta pérdida de facultades varía mucho entre unas personas y otras y está influido por múltiples factores (herencia, sexo, alimentación, ejercicio, tabaco, alcohol, etcétera) y las enfermedades padecidas.

Por tanto, determinar la edad biológica o edad real de las personas tiene un gran interés práctico, al proporcionar un instrumento de gran valor para la detección precoz de factores de riesgo.

Pero esta idea tan sugestiva no es tan fácil de conseguir, ya que una edad biológica integrada como sería deseable obtener no es posible, ya que cada sistema fisiológico envejece a un ritmo diferente, por lo que un mismo individuo tiene varias edades biológicas: una diferente para cada sistema fisiológico. Por lo que tendríamos que hablar de «perfil de edad biológica», y con ello poder demostrar que una persona puede ser biológicamente más vieja en unos parámetros que en otros.

El organismo entrará en decadencia cuando los órganos pierdan su capacidad reparadora de las células dañadas. Todo ser envejece, pero el cómo depende de sus hábitos, de su estilo de vida, de su herencia genética, incluso del medio en que viva y de su alimentación. Todas estas cosas influyen, pero ninguna de forma definitiva. La herencia genética, lo que heredamos de nuestros antepasados, es un dato biológico de gran importancia, pero su peso no es absoluto. La herencia genética es como un capital que heredamos de nuestros padres, pero que podemos administrar bien, mal o regular. Pero será nuestro estilo de vida el que nos permitirá o no alcanzar la longevidad. El control del estrés, un adecuado ejercicio físico y una dieta equilibrada, con la posibilidad de administrar suplementos nutricionales y el tratamiento hormonal de sustitución correcto, individualizado y pactado con el paciente debidamente informado, así como el estudio y el tratamiento de los factores de riesgo de cada individuo, pueden ser de gran utilidad.

Es curioso que en nuestro país las unidades de estudio del envejecimiento se ofrezcan al consumidor desde los servicios de cirugía estética, por aquello de quea ellos acuden pacientes sanos motivados y a veces obsesionados por su cuerpo. Pero el estudio del envejecimiento es muy complejo y está sometido a constantes debates en el mundo científico. Deben ser grupos interdisciplinares formados por investigadores básicos con la colaboración de los clínicos: cardiólogos, dermatólogos, endocrinólogos, geriatras, ginecólogos, internistas, neurólogos, reumatólogos y uro-andrólogos, según las características de cada paciente, los que deben ir avanzando y profundizando en este mundo para informar, asesorar y tratar al paciente que quiere dar calidad de vida a sus años y prevenir factores de riesgo.

Para envejecer saludablemente hay que vivir saludablemente.

Artículo publicado en La Vanguardia

Saber envejecer con salud. Nueva etapa, nuevas funciones

Los avances médicos, el estilo actual de vida y los factores socioeconómicos han permitido que, fundamentalmente en los países desarrollados, se haya prolongado la existencia del ser humano, así como, en términos generales, la calidad de vida.

Frente a esta realidad, cabe preguntarse: ¿están el individuo y la sociedad preparados para ello?

El envejecimiento comporta la pérdida de protagonismo en la vida laboral, familiar y social, así como la necesidad de adquirir nuevas funciones y ocupar el tiempo de forma satisfactoria. Los cambios físicos y de las capacidades intelectuales, junto a la reducción de recursos económicos, condicionan limitaciones para seguir siendo valorado por el entorno social y establecer relaciones afectivas y sexuales en un mundo que idolatra la juventud, la belleza y la riqueza.

Las enfermedades y la reducción de la movilidad limitan la libertad y condicionan la dependencia de los demás. Fácilmente puede verse afectada la autoestima, hasta llegar a estados de angustia y depresión. Factores genéticos, nutricionales, económicos y sociales, así como otros desarrollados a lo largo de las etapas previas de la vida (como se explica en el otro artículo de esta misma página), pueden condicionar diferentes maneras de envejecer y de afrontar los últimos años de la existencia.

La sociedad, constituida por hombres y mujeres que ineludiblemente van a envejecer, debe afrontar con realismo los retos que plantea la población de individuos mayores de 60 años, que se calcula que en el año 2050 puede ser de unos 2.000 millones de personas en el mundo entero.

Uno de los mayores protagonismos recae en las organizaciones sanitarias. Se deberán hacer grandes esfuerzos para mejorar la prevención y el tratamiento de las enfermedades crónicas asociadas a una mayor edad, así como también garantizar la asistencia y las necesidades de las personas mayores.

La sociedad debe ocuparse también de poner los medios necesarios para ofrecer una calidad de vida óptima a esta población, entendida como bienestar físico, mental, moral y material. Debe favorecer su integración y participación en la familia y en la comunidad, lo que es beneficioso para la salud, sobre todo psíquica, y la dignidad del individuo.

Será imprescindible replantear la edad de jubilación y los planes de pensiones para asegurar los recursos económicos en la edad avanzada.

Artículo publicado en La Vanguardia

Cerebro y emociones. El lenguaje neuronal

Siempre se ha dicho que el cerebro es un órgano extremadamente complejo. La compleja naturaleza del sistema nervioso permite comprender que la pluridisciplinariedad sea intrínseca a la Neurociencia, y que esté atrayendo disciplinas tan aparentemente alejadas como la física, la computación, o la nanomedicina. Y, en este campo, Catalunya está a la vanguardia.

Qué son la conciencia y la mente humanas? ¿Por qué experimentamos emociones? ¿Por qué aparecen las enfermedades psiquiátricas o neurológicas? Estas son algunas preguntas básicas que la neurociencia intenta contestar. Y son todas ellas preguntas de enorme relevancia, no solamente desde el punto de vista científico sino por la tremenda repercusión social que tienen.

En palabras de Santiago Ramón y Cajal, «el cerebro es un mundo que consta de numerosos continentes inexplorados y grandes extensiones de territorio desconocido». Se calcula que poseemos más de un millón de millones de neuronas, de cuya comunicación armoniosa surgen fenómenos únicos que nos permiten recordar nuestra infancia, escribir poesía, interpretar una partitura, ser bilingües o resolver un problema matemático.

Todo ello se consigue a través de una inmensa red de conexiones (sinapsis) que se estiman en unas 100.000.000.000.000. En estas conexiones, el lenguaje neuronal son pequeños cambios de potencial, un mensaje eléctrico que se traduce en el lenguaje químico que dota a la comunicación neuronal de infinitos matices reguladores. Nuestro cerebro contiene billones de estos microprocesadores, aunque su complejidad estructural y funcional le confiere capacidades que superan con creces a las de cualquier ingenio informático. Por ejemplo, un aprendizaje elemental como reconocer el peligro o evitar comportamientos con consecuencias negativas (como el dolor o el gusto desagradable) implica millones de eventos moleculares, incluyendo cambios a nivel de la expresión de genes y nuevas conexiones entre las neuronas.

Esta compleja naturaleza del sistema nervioso permite comprender que la pluridisciplinariedad sea intrínseca a la Neurociencia, y que esté atrayendo disciplinas tan aparentemente alejadas como la física, la computación, o la nanomedicina. Desde esta perspectiva, Catalunya se encuentra en un momento privilegiado gracias a programas como ICREA que han permitido atraer a científicos de disciplinas nuevas de altísimo nivel. De hecho, en España estamos por encima de la media europea en producción científica en neurociencias y Catalunya se encuentra en la vanguardia mundial de muchas de estas investigaciones.

La Neurociencia es una disciplina ampliamente representada en Catalunya (solamente en Barcelona hay más de ochenta grupos que se dedican a la Neurociencia). Los neurocientíficos catalanes están presentes en los grandes consorcios de investigación europeos, lo que significa que tenemos en nuestros laboratorios jóvenes y brillantes neurocientíficos capaces de acometer proyectos innovadores y grupos con experiencia consolidada y prestigio internacional. De hecho, la Societat Catalana de Biologia tiene una sección de Neurobiología, que organiza el Simposio de Neurobiología Experimental y Catalunya juega un papel importante en la Sociedad Española de Neurociencias que, en 1987, escogió Barcelona para celebrar su segundo congreso, «la puesta de largo de la Sociedad».

Pese a esta excelencia en el terreno científico, es en nuestro campo donde posiblemente es más evidente el «exilio» de los neurocientíficos españoles, que en otros ámbitos tienen centros de excelencia con oportunidades de reincorporación. Durante años, la visión de nuestro sistema nervioso como algo «demasiado complejo» y cuyo abordaje, por tanto, es imposible, ha sido uno de los argumentos que ha derivado en que, a pesar de la larga tradición y del enorme potencial que la Neurociencia tiene en nuestro país, el apoyo que reciben los centros dedicados a las neurociencias sigue estando muy por debajo del que se proporciona a los dedicados a otras disciplinas. Ello ha determinado una clara atomización de los neurocientíficos en Catalunya. Desgraciadamente, la pendiente positiva de la inversión en I+ D que llevábamos desde 2005, se ha quebrado y ello tiene más impacto en aquellas disciplinas que están menos «de moda».

El hecho de que el 2012 haya sido declarado Año de la Neurociencia en España ayudará a que la excelencia investigadora se traduzca en que la Neurociencia catalana siga desempeñando un papel destacado en el panorama científico internacional. Pero esto sólo se logrará a través de un apoyo serio y mantenido por parte de la Generalitat que ayude a promover la conexión entre la Neurociencia y sus aplicaciones en salud y tecnología, aunando esfuerzos en proyectos de desarrollo e innovación.

El Año de la Neurociencia coincide con el Foro de Sociedades de Neurociencia de Europa (FENS), que se celebrará en Barcelona y colocará a la Neurociencia española y catalana en el punto de mira internacional. Sin embargo, no hay que olvidar que igualmente importante es el ámbito de la didáctica y divulgación, y es necesario que se apoye decididamente la divulgación de la Neurociencia, y se contribuya al conocimiento y al reconocimiento social de los neurocientíficos españoles.

Artículo publicado en La Vanguardia

Cerebro y emociones. Robots que sienten

Ella es una replicante ¿no es así?», «estoy impresionado. ¿Cuántas preguntas son las normales para detectar a uno?». En la novela de Philip K. Dick ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?,los humanos sólo pueden diferenciarse de sus equivalentes artificiales, los replicantes, por la falta de expresión emocional de estos últimos. El cazarrecompensas Deckard descubre que la mujer que ama, Rachel, es una replicante y se enfrenta al dilema de si debería retirarla según el protocolo estándar. En este caso, el amor supera al procedimiento.

La ciencia ha considerado en los últimos siglos las emociones como poco más que un obstáculo en la comprensión de nuestro potencial racional humano. Los avances en la neurociencia moderna revelan que las emociones, desde el miedo y la felicidad al orgullo o el desprecio, aportan contribuciones esenciales sobre cómo sentimos, aprendemos y actuamos. Una característica fundamental de las emociones es que nos dan una rápida evaluación del valor de las situaciones y de nuestro potencial de actuación. Lo sorprendente es que el cerebro puede asignar un valor emocional a un estímulo en una docena de milisegundos. Por tanto, las emociones determinan directamente la manera cómo representamos y experimentamos el mundo. No obstante, el cerebro también utiliza las emociones para evaluar sus propios estados internos. Algunos autores han defendido que incluso nuestro sentido de la verdad es una respuesta emocional. El denominado aprendizaje emocional es fundamental para definir los estímulos esenciales en el entorno y determinar nuestras respuestas ante ellos. Específicamente, las emociones pueden inducir a cambios duraderos en la forma cómo el cerebro procesa los estímulos sensoriales.

En pocas décadas hemos pasado de interpretar las emociones como eco superfluo de nuestra historia evolutiva a creerlas de importancia crucial en el modo cómo nuestro cerebro construye la realidad. Una transición que se refleja en cómo diseñamos artefactos avanzados, como los robots humanoides. Estamos trabajando en una gran iniciativa europea para construir los robots del futuro, llamada Robot Companion for Citizens.Este proyecto canalizará, si es seleccionado, una inversión de mil millones de euros en 10 años para desarrollar la nueva generación de robots al servicio de la sociedad. No es una sorpresa que las capacidades emocionales de estos futuros robots sensibles y biomiméticos sean una de sus principales novedades.

Artículo publicado en La Vanguardia

Donar óvulos, regalar vida. Más que un acto de generosidad

La donación de óvulos es un tratamiento cada vez más necesario para algunas mujeres debido al retraso en la maternidad por los cambios sociales y familiares. La donación tiene mucho de instinto maternal y una gran base de solidaridad. Porque ser madre o padre va mucho más allá de donar un óvulo; es parir, cuidar y educar. Un compromiso de por vida

Donar (del latín donare). Dicho de una persona viva: Ceder voluntariamente su sangre, algún órgano, etcétera, con destino a personas que lo necesitan. Si nos atenemos a la definición de la RAE vemos que la donación de óvulos implica una cesión voluntaria de los mismos a una persona que los necesita para generar una vida, para tener un hijo. Posiblemente no haría falta decir más, porque no se me ocurre una mejor justificación para animar a aquellas mujeres en edad fértil a donar sus óvulos. ¿Qué puede ser mejor que ayudar a crear una vida?

Sin embargo hay cosas que explicar, ya que la donación de óvulos ha estado sujeta a fariseísmos morales y a mitos científicos que merecen unas palabras aclaratorias.

La donación de óvulos es un tratamiento cada vez más necesario por el retraso en la maternidad debido a los cambios sociales y familiares que han tenido lugar en esta generación. En resumen, consiste en que una mujer entre 18 y 35 años siga una estimulación hormonal para producir varios óvulos en lugar del único que produce cada mes. Cuando los óvulos están maduros la donante se somete a una punción ovárica para extraerlos. Estos óvulos son donados a una paciente que, o bien no puede producirlos, o los que produce no tienen calidad para dar lugar a un hijo. Los óvulos son fecundados con el semen de la pareja o de un donante, y los embriones resultantes se transfieren al útero de la paciente receptora.

No deja de ser curioso que haya habido tanto rechazo a la donación de óvulos y se la haya tachando de mercantilista haciendo referencia a una pretendida explotación de la mujer, cuando los bancos de semen en España funcionan desde hace décadas, siempre compensando económicamente al varón que aportaba su esperma. Y doy fe de que la donación de óvulos, seguramente impregnada del instinto maternal que aún hoy poseen muchas mujeres, tiene una base mucho más solidaria, moral y espiritual que la de semen. No obstante, no se puede negar que en tiempos de crisis la compensación económica pueda ser un incentivo (compensación justificada y cuantificada de forma oficial por la Generalitat), pero lo que es innegable es que en nuestro país existe una cultura de la donación que abarca todos los ámbitos de la misma (sangre, órganos, médula ósea y, por supuesto, óvulos) y que nos sitúa como país líder a nivel mundial en este campo.

Tampoco voy a negar que la donación de óvulos sea un proceso que entraña ciertos riesgos, pero la realidad es que la técnica ha ido ganando en seguridad con los años. Los nuevos protocolos de estimulación son muy seguros y minimizan el riesgo de complicaciones como la hiperestimulación.

Hay suficiente evidencia científica que demuestra que el uso de hormonas para estimular no aumenta el riesgo de cáncer ginecológico ni compromete la futura fertilidad de la donante ni adelanta la edad de la menopausia.

Las punciones ováricas se realizan en quirófanos equipados, bajo sedaciones ligeras de las que las donantes se recuperan rápidamente. También la mejora en los procedimientos de los laboratorios de reproducción permite estimular menos a las donantes sin que eso afecte a las tasas de embarazo, ya que con menos óvulos se consigue la misma cantidad de buenos embriones. Sin duda supone hoy un riesgo mayor para una joven salir de copas un sábado por la noche en coche, aunque no beba, que someterse a este proceso.

Finalmente querría hablar del anonimato de las donantes, obligatorio por ley en nuestro país. Mucho se habla del derecho del hijo nacido de una donación de conocer la identidad de la donante. A mí me parece una actitud equivocada que quiere comparar donación con adopción, cuando hay grandes diferencias en el origen de ambos procesos. En la adopción existe el abandono de un hijo, la donación es un acto de generosidad que permite a esa madre concebir un hijo. Es lógico pues que se protejan los derechos de aquellas que donan sus gametos. Sin embargo, lo más justo sería que fuera posible preguntarle a una donante si para ella es un problema revelar su identidad, permitiendo así crear una lista de donantes no anónimas para satisfacer a quienes deseen poseer esa información. No hay que olvidar que en los países en los que el anonimato desapareció el número de donantes disminuyó drásticamente, y que recientes estudios revelan que no hay mucho interés por parte de los hijos nacidos en conocer la identidad de los donantes. En Suecia, el país que primero eliminó el anonimato en los donantes de semen, sólo el 2% de los hijos concebidos con semen de banco solicita información sobre los donantes.

Esto no hace más que demostrar que en realidad no es padre o madre quien generosamente dona sus cromosomas, sino quien los pare, cuida, protege, educa y riñe durante toda una vida.

Artículo publicado en La Vanguardia

Donar óvulos, regalar vida. Mujeres solidarias

Tanto donantes como receptoras, desde el punto de vista psicosocial, llevan a cabo su propio proceso mental de aceptación del tratamiento. Plantearse esta opción no resulta fácil, ya que nuestra cultura y educación no nos ha preparado para ello. La ciencia avanza más rápido que nuestra capacidad de asimilar y cambiar ciertos procesos mentales. En nuestra historia encontramos muchas referencias a este respecto como lo fue la aceptación social de la donación de órganos, incluso cuando la vida dependía de ello. Hoy en día, las mujeres que realizan este tipo de tratamientos lo hacen tras haberse planteado cuestiones emocionales muy profundas al respecto.

En el caso de las donantes, la cuestión más importante para ellas reside en tener claro el significado del proceso. Ellas donan una célula (un óvulo) con capacidad para crear una vida, pero para ello necesitará de la pareja receptora que completará el proceso genético que creará un embrión y, por tanto, un futuro bebé. Ellas no creen estar donando un hijo.

La realidad es que si la presencia de esta idea fuese cierta, no existirían donantes. Ellas se sienten partícipes de un proceso en el que, cuando funciona, contribuyen directamente a crear una vida, a dar felicidad a una pareja que no lo habría conseguido por sí misma.

En cuanto a las receptoras, tras un proceso de reevaluación de creencias y prioridades vitales, son conscientes de que ellas tienen la oportunidad, gracias a las donantes, de gestar a su hijo y poder compartir su vida desde el momento cero. No lo sienten extraño, lo alimentan, lo sienten crecer y lo ven nacer. Este sentimiento es universal y va más allá de la genética. Es un vínculo entre una madre y su hijo. Aquí se aprecia también por qué resulta algo más fácil para las parejas asumir la donación de óvulos que la de semen. El proceso mental por el que atraviesan estas mujeres se divide en dos fases. Por un lado decidir si quieren realizar el proceso. Es la parte más difícil porque aparecen todos los miedos, las dudas, la inseguridad… Al fin y al cabo es una decisión que les acompañará toda la vida. Una vez han decidido dar el paso, aparece la segunda fase, en la que la prioridad no es de dónde vino el óvulo, sino cuidar, educar y amar a su pequeño.

Cuando les pregunto: «¿Cómo te gustaría que fuese tu hijo, de qué te sentirías orgullosa?», sus respuestas no tienen que ver con la genética. «Que sea buena persona, responsable y, sobre todo, feliz». Algo de lo que ellas se encargarán personalmente.

Artículo publicado en La Vanguardia

Sujetos biotecnológicos. Evolución de proximidad

Cuestionarse la evolución humana está sujeto a una premisa que en la actualidad se basa en avances tecnocientíficos. El hombre está aprendiendo a lidiar con las ciencias artificiales que van más allá de las leyes de la naturaleza. La tecnología se plantea como el nuevo poder y responsabiliza al hombre de los cambios en muchos aspectos cercanos a escenarios de ciencia ficción.

No deja de ser una constante en la historia de Occidente preguntarse por la evolución, concepto bajo el cual se cuestionan los orígenes de la humanidad y la diversidad cultural y ahora, entre el año Darwin y los avances tecnocientíficos, se extiende hacia un imaginario que oscila entre inquietud y encantamiento, al desvelarse un futuro que nos responsabiliza, más que nunca, de los cambios en medio ambiente, cuerpo e identidad. Futuribles más cercanos a escenarios de la ciencia ficción que a la ruptura de las barreras disciplinares y los límites conceptuales hasta ahora indiscutibles entre naturaleza y cultura, orgánico e inorgánico, mente y cuerpo, propiciados por la biotecnología, las ciencias cognitivas, la robótica y la nanotecnología.

Si bien la impresión social es que la naturaleza ya no tiene ese rol primigenio y esencial, y que lo orgánico está siendo desplazado por lo material y lo artificial, lo cierto es que la tecnociencia aporta y busca establecer conexiones directas entre los sistemas naturales y artificiales, los organismos vivos y las propiedades que definen las partículas elementales, teniendo como punto de mira la biocompatibilidad y la intensificación humana para lograr ser más saludable e inteligente. No es nuevo el hecho de manipular elementos materiales y orgánicos para controlar sus efectos físicos, químicos, electrónicos y ópticos, lo que sí es innovador es la forma de entender el proceso. Así, del usar gafas no es tan relevante sumar retina más cristal como el fenómeno físico resultante de incrementar la visión. Lo mismo ocurre si se enciende una luz, lo importante no es el soporte, sol o bombilla, sino que haya luz. De ahí la relevancia de la artificialidad, palabra poco grata por entenderse como apariencia cuando en realidad no hace referencia a lo que las cosas son, sino a cómo podrían ser mediante el potencial de combinatorias híbridas. Latour (1993) añadiría que los artefactos y los dispositivos no son simplemente máquinas, sino constitutivos del efecto que producen.

En la interacción con el ordenador en red, el interfaz humano-máquina puede entenderse como una extensión exosomática del cerebro, pero también como una intensificación que genera agencia inteligente al seguir rutas aleatorias, más flexibles y selectivas, y que permiten explorar otras formas de representación así como vivenciar la ubicuidad. No hay que ser de acero, ni imaginar una mente abstracta sin cuerpo, aunque con frecuencia esta es la proyección que más nos llega en proyectos experimentales como los diseños robóticos en forma de prototipos humanoides, sean androides, ciborgs o seres biónicos con semiautonomía computacional o organismos biológicos con implantes en forma de prótesis mecánico-electrónicas, miembros artificiales robotizados. Sin olvidar las aportaciones de la biología sintética o, en términos más populares, la vida artificial, en busca de organismos emergentes mediante ordenadores moleculares o cuánticos y conseguir así la biocompatibilidad con las células de diseño en terapias y administración de fármacos. Y en el territorio del control de la materia a escala nanométrica, cabría referirse al desarrollo de nanoestructuras dirigibles y acoplables a células vía flujo sanguíneo y control magnético, nanodispositivos hechos de neuronas híbridas de células crecidas sobre silicio como prótesis para reparar circuitos neuronales e injertar implantes humanos en criaturas artificiales. XXXXX Aceptar la artificialidad significa entrar en las fronteras movibles de una realidad en evolución que nos define como objetos y sujetos biotecnológicos. Cabe preguntarse cómo aprender a lidiar de forma responsable con las ciencias artificiales basadas en el arte de lo posible, no cómo es el mundo sino cómo podría ser. Esto implica asumir que la cultura está más allá de las leyes de una naturaleza independiente, lo que no es fácil atendiendo al perverso ocultamiento tecnológico del siglo XX, por encubrir el artificio de todo producto cosmético, alimentario y farmacéutico como garantía de calidad y lograr que los diseños y creaciones parezcan más naturales que la propia naturaleza. Sabiendo que de la naturaleza sólo tenemos su reflejo en la cultura, a través de la ciencia, la tecnología y las artes, entonces ¿por qué seguir idealizando lo natural? Será para desplazar ansiedades y alarmas sociales, obviar las intromisiones a la privacidad física y mental, ignorar la distribución desigual de los riesgos y la accesibilidad de los beneficios entre sociedades ricas y pobres o evitar la ideologización ingenua de una posthumanidad. Ante la naturaleza entendida como un don cabe situarse en el rechazo ético por subvertir un orden que no sólo genera incertezas y que afecta generaciones futuras pero, ya que nos movemos en ambientes modificados y artificiales, porqué no pensar que esta evolución de proximidad representa una esperanza y responsabilidad colaborativa en reteorizar y remodelar cuerpo, organismos y comunidades.

Artículo publicado en La Vanguardia

Sujetos biotecnológicos. La técnica, el nuevo mundo

La futura evolución del hombre? Creo que esta pregunta puede entenderse de tres modos. El primero no resulta muy pertinente, el segundo tiene hoy un carácter en gran medida ideológico, y el tercero sería mejor formularlo de otra manera. Veámoslo sucintamente.

Primero: el evolucionismo (y el darwiniano en particular) es una teoría biológica según la cual las diferentes especies de seres vivos se desarrollan unas a partir de otras. Circunscrita a este ámbito, la idea de evolución es, sobre todo, una mirada al pasado.

Segundo: ha ocurrido, sin embargo, que la idea de evolución ha trascendido el marco de la teoría biológica para pasar a ser utilizada en discursos sobre el proceso histórico-social y sobre el devenir de la humanidad en su conjunto. Ahí, la idea de evolución se ha articulado –y algunas veces confundido– con la idea, más potente si cabe, de progreso. Si entendemos por ideología un discurso predominante que sirve para justificar en un momento dado la mayoría de las cosas y para encubrir ciertos problemas y exigencias de la realidad, entonces hay que reconocer que progreso evolución han desempeñado y siguen desempeñando aún este papel.

Tercero: hay un sentido en el que la pregunta por la evolución futura del hombre nos remitiría a otro interrogante. No cabe duda de que el poder tecnológico que hoy el ser humano tiene entre manos es totalmente inédito. Jamás se había dispuesto de tan ingente potencial transformador. Si bien desde los orígenes el hombre ha modificado su entorno con los instrumentos que ha sido capaz de construir, nunca hasta tiempos contemporáneos la técnica se había convertido en mundo. Literalmente, vivimos en el mundo (horizonte, entorno, ámbito…) de la técnica.

Pero ahora ya no sólo el mundo externo. El poder de transformación técnico nos mira de frente a nosotros mismos. Parece como si nos encontráramos en el umbral de la posibilidad de modificarnos a nosotros mismos de forma grave, es decir, importante; de convertirnos en artífices de los futuros humanos, o transhumanos, o de lo que creamos que deba de sucedernos en el camino de la evolución.

La biotecnología es la palabra que concentra este nuevo poder que, en cierto modo, nos convierte en autocreadores, es decir, en una especie de dioses. ¿Sabremos estar a la altura –humanamente, moralmente– de tal poder? ¿O bien se entenderá que tal preocupación es ya caduca?

Artículo publicado en La Vanguardia

¿Se puede parar el reloj biológico? ¿Es inevitable envejecer?

La esperanza de vida de los humanos aumenta de forma constante, por causas muy diversas. La ciencia y la tecnología investigan sobre cómo mantener la juventud, vivir más tiempo y evitar la constante corrosión de nuestra materia biológica. Sin embargo, la gran pregunta es si vivir más años equivale a mejor calidad de vida. Tal vez logremos vivir más pero para qué.

Desde el paleolítico hasta inicios del siglo XX la esperanza de vida de la humanidad fue inferior a 40 años, pero en el último siglo, en los países más desarrollados la esperanza de vida se ha doblado (aproximadamente, 83 años en mujeres y 78 años en varones); sin embargo, aún continúa siendo baja en muchos lugares de la Tierra. El aumento de la esperanza de vida es reflejo de las mejoras de las condiciones de vida, como las higiénicas, nutricionales y sanitarias, lo que ha implicado un descenso notable de la mortalidad infantil y la supervivencia a infecciones y accidentes. A pesar de ello, esta tendencia puede estar revirtiendo en algunos países debido al incremento de estrés crónico, obesidad y sedentarismo en la población, que está aumentado el riesgo de muerte más temprana por enfermedades como el cáncer, las cardiovasculares o la diabetes.

Pero, ¿es inevitable envejecer? ¿Existe un reloj biológico que cuenta cuántos años llevamos viviendo? ¿Podríamos llegar a ser inmortales? En general, los primeros signos de envejecimiento aparecen a partir de la maduración sexual y son progresivamente aparentes desde los 25-30 años, hasta la etapa final de nuestra vida. En las células que recambian y se dividen (como la piel, el sistema inmune, etcétera) existe un reloj molecular basado en la longitud de las regiones más terminales de los cromosomas, o telómeros, que van recortándose progresivamente con cada división, a modo de un reloj de cuerda.

Cuando la longitud telomérica es muy corta, la célula entra en crisis y muere por apoptosis. Si se activan mecanismos para mantener los telómeros, la célula deviene inmortal, pero la contrapartida a esto es que también puede haber acumulado muchas mutaciones en su ADN, descontrolándose y convirtiéndose en célula cancerosa. Podríamos decir que envejecimiento y cáncer son dos caras de la misma moneda.

Existen, además, otros mecanismos de envejecimiento celular. Así, nos oxidamos: nuestras células necesitan oxígeno para generar energía. Pero a su vez, el oxígeno genera moléculas muy reactivas que oxidan y lesionan nuestro ADN, proteínas, lípidos y demás, alterando su función. Este desgaste continuo por estrés oxidativo es muy importante en las neuronas (y en todo el organismo). Eso, sin considerar otros agentes proenvejecimiento importantes, como la luz ultravioleta del sol, el tabaco, el alcohol, el estrés emocional, etcétera.

De acuerdo, envejecemos. Pero la longevidad, ¿está determinada o podemos incrementarla indefinidamente y vivir muchos más años? A pesar de todos los avances actuales, la longevidad humana (es decir, la vida máxima) no se ha incrementado, es de unos 120 años desde que se tienen censos, independientemente de los avances médicos y el incremento de la esperanza de vida. ¿Por qué está el límite en 120 años, y no en 240 o 60? Está claro que existe una determinación genética de la longevidad, porque existen animales de vida corta y animales de vida larga: un ratón vive unos dos años en el laboratorio, mientras que el elefante africano puede llegar a vivir 78 años en cautividad. Pero ni en el mejor de los casos un ratón puede llegar a vivir tanto como un elefante. Los genes que determinan la longevidad han estado seleccionados evolutivamente para seguir estrategias óptimas, con el fin de llevar a cabo la reproducción y supervivencia de cada especie.

¿Podemos retrasar este proceso? En especies de vida corta se ha conseguido alargar su esperanza de vida, incluso su longevidad, mediante restricción calórica, sin malnutrición, como si se pudiera burlar el límite máximo de vida que fija la evolución. Esto es así porque se retrasa la maduración sexual y la reproducción, de forma que el organismo se adapta, alargando así su vida. Sin embargo, no existen todavía datos que permitan afirmar que la restricción calórica o el retraso de la maduración sexual pueden alargar la esperanza de vida, o la longevidad, en el caso de la especie humana.

Evidentemente, evitar la obesidad es beneficioso, pero la línea que separa la restricción calórica de la malnutrición es muy fina. Con todo, hay quien piensa que, en el futuro, puede haber una pastilla que reproduzca en humanos el efecto de la restricción calórica, observado en especies de vida corta. Un verdadero elixir de la juventud. De momento, esta respuesta queda para una investigación seria y responsable.

Aunque quizás el futuro pase por averiguar las diferencias genéticas dentro de nuestra propia especie: estudiar por qué ciertas mutaciones causan envejecimiento prematuro en las muy poco frecuentes enfermedades progéricas, o al contrario, descubrir las variantes genéticas de individuos centenarios para averiguar por qué se envejece más rápido, o cómo sobrevivir más tiempo y mejor. Un reto intelectual fascinante, sin duda.

Artículo publicado en La Vanguardia

¿Se puede parar el reloj biológico? El deseo de vivir

Según el Instituto Nacional de Estadística, los niños nacidos en 2010 tenían una esperanza de vida de 78,92 años, y las niñas, de 84,93. Es un logro extraordinario de la medicina contemporánea y del desarrollo social, con el añadido de que no sólo se vive más, sino con mejor calidad de vida. Se especula mucho sobre las consecuencias de este progresivo alargamiento de la vida humana. En la parte negativa de la balanza, economistas y demógrafos auguran problemas muy graves en un futuro cercano. En la parte positiva está la satisfacción de la gente ante la posibilidad de prolongar la vida, reforzada por el optimismo de algunos autores que pronostican un progreso exponencial de las técnicas que permitirán avanzar más deprisa en la solución de los problemas humanos.

Tal es el caso del científico estadounidense Ray Kurzweil y de los llamados transhumanistas (Nick Bostrom, David Pearce, Eric Drexler y Anders Sandberg). Inventor, especialista en informática y en nanotecnología, Kurzweil cree que no sólo será posible abordar muchos problemas biológicos, genéticos y funcionales actualmente irresolubles, sino que también se podrá mejorar las capacidades de los seres humanos. El control tecnológico de la evolución biológica de los individuos está en nuestras manos y nos abre perspectivas insospechadas que, hasta ahora, sólo eran ciencia-ficción. Sin embargo, hay que preguntarse en qué manos estará dicho poder, qué se hará con él y si se administrará con justicia. Preguntas que no sólo conciernen a las situaciones de futuro, sino que son muy pertinentes también para el presente. La esperanza de vida varía mucho de unos países a otros. Además de decir que España está muy bien situada en las estadísticas mundiales, habría que detectar los desequilibrios internos y considerar la ayuda internacional que se debe promover para superar las graves desigualdades entre países.

Muchos seres humanos aspiran a la inmortalidad y la conciben de diversas maneras, en sentido espiritual, material o de trascendencia cósmica, y hacen todo lo posible por asegurarse el buen fin de su creencia. Según una leyenda urbana, Walt Disney quiso que se crioconservara su cuerpo para esperar el momento en que los avances científicos le retornaran la vida. La historia es falsa (está acreditada su incineración), pero muestra hasta qué punto el tema resulta fascinante y creíble para mucha gente. Podemos vivir más pero, ¿sabemos para qué vivimos?

Debemos preguntarnos en qué manos estará el control tecnológico de la evolución y qué se hará con él.

Artículo publicado en La Vanguardia

¿Tenemos calidad de vida? Más allá del dato del PIB

Es una pregunta conceptualmente tan amplia como subjetiva, y más en épocas de crisis. La calidad de vida es un factor que determina el bienestar social general de los individuos. Hay muchos factores que intervienen a la hora de vertebrar qué entendemos por calidad de vida. El nivel económico no es una premisa determinante, pero ocupa un lugar destacado

¿Qué entendemos por calidad de vida? A buen seguro que filósofos o biólogos sabrán encontrar la mejor respuesta a esta pregunta; los estadísticos nos concentraremos en dar respuesta a: ¿cómo se puede medir la calidad de vida de las personas?

En el mundo de la estadística oficial hay una creciente preocupación por complementar el producto interior bruto (PIB), que mide sólo la riqueza económica producida, con otros indicadores del progreso de la sociedad y del bienestar de la población. Es una constatación bastante compartida que el nivel de PIB de una sociedad no es un indicador lo bastante fino de la calidad de vida de la población. Por este motivo, se pueden encontrar diferentes iniciativas promovidas por la OCDE, la Unión Europea y otras instituciones para mejorar nuestra aproximación a la calidad de vida, sobre la base de reconocer su carácter multidimensional. Algunos de los documentos más conocidos en este contexto son el informe Stiglitz-Sen sobre La medición del progreso, el bienestar y el desarrollo sostenible, la aproximación al tema por parte de la OCDE con la publicación How is life y el informe de la Unión Europea El PIB y más allá: midiendo el progreso en un mundo cambiante.

Para nosotros, el punto de partida obligado es el conjunto de las recomendaciones que provienen del sistema estadístico europeo, y destacamos el informe final del grupo de trabajo sobre medida del progreso, el bienestar y el desarrollo sostenible aprobado en noviembre pasado (Sponsorship on measuring progress, well-being and sustainable development). En este informe se dan más de cincuenta recomendaciones de mejora de la medida de la calidad de vida que se resumen en una tabla de indicadores dividida en nueve dimensiones: condiciones de vida material, actividad laboral, salud, educación, relaciones sociales y ocio, seguridad personal, gobierno y derechos básicos, medio ambiente y satisfacción personal global. No resulta posible en esta columna hacer un tratamiento completo de estas dimensiones, pero sí podemos hacer un repaso de algunos datos interesantes a la hora de medir la calidad de vida en Catalunya.

Por ejemplo, el nivel de instrucción es un excelente indicador de la calidad de vida de la población. En veinte años el nivel de estudios de la población catalana ha mejorado radicalmente. En el año 1991 el porcentaje de habitantes que no habían podido acabar la primaria, incluyendo los que no sabían leer ni escribir, era el 19% de la población, mientras que, de acuerdo con los últimos datos disponibles, este porcentaje baja actualmente hasta el 9%. En el otro extremo, el porcentaje de habitantes que tienen estudios superiores se ha más que duplicado desde 1991, y ha pasado del 6% al 16%. Los progresos educativos para las mujeres todavía han sido más importantes: el porcentaje de mujeres sin estudios se ha reducido, al pasar del 22% al 10%, mientras que el porcentaje de mujeres con estudios superiores ha aumentado del 6% al 17%.

Otro aspecto que tener en cuenta es la salud, en especial la propia percepción que tienen las personas. Cuatro de cada cinco catalanes consideran que tienen buena salud, pero hay que tener presente que esta percepción viene bastante condicionada por el nivel de educación.

Efectivamente, la población más instruida tiene sistemáticamente mejores niveles de salud que la población con nivel de instrucción bajo, especialmente en las edades medias. Así, entre la población de 50 a 64 años, la más instruida declara que tiene buena salud en un 83% de los casos, mientras que entre la población con nivel de instrucción bajo el porcentaje de población con buena salud se reduce al 62%. La evolución de la esperanza de vida de la población catalana ha sido extraordinariamente favorable y se sitúa entre los niveles más elevados del mundo.

Actualmente, la vida media de los hombres se sitúa en 79 años y la de las mujeres en 85 años, al lado de las primeras posiciones del ranking mundial, que lideran países como Nueva Zelanda, Franca, Suiza o Japón. En comparación con 20 años atrás, la expectativa de vida en Catalunya ha aumentado cinco años para los hombres y cuatro para las mujeres.

Si se considera la población en relación con la actividad, la actual coyuntura económica ha hecho aumentar intensamente el número de hogares con todos los miembros activos desocupados, en torno a 200.000 hogares, cuatro veces más que al inicio de la crisis. Uno de cada cinco catalanes está bajo el umbral de riesgo de pobreza y tres de cada cinco hogares llegan con dificultades a fin de mes.

Resulta claro que un reto de futuro en la estadística oficial catalana es evaluar la viabilidad y la oportunidad de mejorar la medida estadística de la calidad de vida siguiendo las recomendaciones antes mencionadas y que se articulan en torno a tres ámbitos temáticos: perspectiva de hogares, renta, distribución y riqueza; medida multidimensional de la calidad de vida, y desarrollo sostenible.

Artículo publicado en La Vanguardia